El glaucoma es una enfermedad que va asociada con un aumento o no de la presión intraocular (PIO), con una atrofia de la papila óptica, dureza del globo ocular y ceguera, provocando una inestabilidad anatómica, principalmente sobre el polo posterior (Hernández et al., 2008).
El glaucoma congénito primario es considerado, después de la catarata, la enfermedad ocular con mayor prevalencia de ceguera, haciendo referencia a un 5% aproximadamente de la población infantil. Los sujetos afectados por esta enfermedad, han de seguir un control oftalmológico correcto durante toda su vida (Jacobi et al., 2011).
El glaucoma congénito primario (GCP) tiene como característica primordial la presencia de una anomalía en el ángulo iridocorneal, causando con ello un desequilibrio en el drenaje del humor acuoso, alterando los valores de PIO normales, papila, nervio óptico y por consiguiente causando una pérdida de células ganglionares. Todo ello se traduce en una pérdida de visión irreversible (Jacobi et al., 2011).
La causa primordial para el desarrollo de GCP viene asociada con el material genético. Esta probabilidad aumenta en niños cuyos padres tienen parentesco cercano, presentándose mayores casos de dicha enfermedad en familias de origen turco, gitanos eslovacos y Arabia Saudí.
El (GCP) debe ser distinguido de otro tipo de trastornos que puedan presentarse en el segmento anterior del globo ocular, así como su distinción en referencia a otros síndromes oculares que puedan estar asociados con el glaucoma, tales como, aniridia, anomalías de Peters, síndrome de Rieger, microftalmia, entre otros. (Chen et al., 2014).
Para ello, es de vital importancia realizar un examen completo de todas las partes del globo ocular, principalmente, el iris, el cristalino y la córnea, secuencia de exploración que se diagnostica bajo anestesia general y de la que forma parte el óptico-optometrista: (Suri et al., 2009).
A continuación se exponen una serie de valores de presión intraocular (PIO) que pueden ser de referencia a la hora de establecer un diagnóstico sobre el glaucoma congénito, aunque éstos han de ser individualizadas para cada caso (Alikor et al., 2011).
Por otro lado, en referencia a la PIO, pueden darse casos en los que valores elevados de la misma causados por la presencia de un edema corneal, falsee la posibilidad de detección del glaucoma congénito (Awoyesuku et al., 2010).
Algunos signos que pueden ser evidentes a la hora de diagnosticar el GCP pueden ser: (Awoyesuku et al 2010).
Una vez realizada la medición de dichos parámetros, se ha de llevar a cabo un diagnostico de diferenciación con otras alteraciones oculares, entre las que destacan (Adio et al., 2011):
Los avances de la ciencia se centran en buscar un tratamiento para evitar daño alguno del nervio óptico, preservando con ello el campo visual. El tratamiento de esta enfermedad ha de ser lo más inmediato posible, ya que si no se trata a tiempo o dicho tratamiento fracasa, se conduce a una pérdida total de visión y con un adelgazamiento extremo de la capa externa del ojo, denominada esclera (Awad et al., 1998).
El tratamiento en sí del glaucoma congénito es principalmente quirúrgico y el realizarlo a tiempo es de vital importancia para preservar la función visual. El tratamiento del GCP podemos clasificarlo en dos grandes apartados:
En este tipo de tratamiento, se realizan pruebas basadas en oftalmoscopía directa e indirecta.
A modo de conclusión, el objetivo común entre estas técnicas, se basa en la evaluación cuantitativa de la capa de fibras nerviosas de la retina (CFNR) y de los posibles cambios en el disco óptico en los casos de glaucoma. He de añadir que en los casos de glaucoma, la capa de fibras nerviosas de la retina se ve adelgazada de manera notoria (Dietlein et al., 2000).
La goniotomía y la trabeculotomía son los principales procedimientos para eliminar la obstrucción de salida del humor acuoso debido a las anormalidades estructurales en el ángulo, restaurando así la vía para el drenaje acuoso. Maumenee, (1963), descubrió que el éxito de la cirugía dependía de la presencia del canal de Schlemm (Burke et al., 1989).
Esta técnica, generalmente es combinada con la trabeculectomía, la cual consiste en realizar una perforación en la esclerótica hasta llegar a la cámara anterior, permitiendo con ello el drenaje del humor acuoso. Sobre esa perforación, en la parte exterior, se realiza un pequeño colgajo en la conjuntiva, de manera que el humor acuoso no pueda salir a la superficie y se reabsorba lentamente. Es necesario que dicha perforación sea eficaz y se mantenga, pues la cicatrización de la misma volverá a impedir el drenaje del humor acuoso y la posterior elevación de la presión intraocular (Tanihara et al., 1994).
Tanto goniotomía y trabeculotomía tienen altas tasas de éxito (70-90%), y tienden a ser más favorable en aquellos pacientes con inicio de los signos del glaucoma congénito de entre 3 y 12 meses de edad (Akimoto et al., 1994).
Los bebés menores de 1 año de edad tienden a tener peores resultados con la trabeculectomía (Freedman et al., 1999).
Por otro lado, otras técnicas como la ciclofotocoagulación con diodo o los dispositivos de drenaje del humor acuoso, son considerados como un tratamiento coadyudante a la cirugía.
Sea cual sea la técnica quirúrgica elegida, el cirujano debe tener en cuenta los problemas específicos de la población pediátrica. Para el clínico, establecer la confianza con el niño antes de la cirugía puede ayudar en el examen después de la operación (Chauhan et al., 2001).
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ISBN: 9788494476006
Páginas: 190
El Manual de Terapia Visual que presentamos es una guía ideal para todos aquellos especialistas de la Salud Visual que deseen conocer las distintas técnicas que pueden utilizar para tratar las disfunciones de la acomodación ocular, la binocularidad y la motilidad ocular en general desde una perspectiva multidisciplinar.
A lo largo de este Manual veremos qué entendemos por terapia visual, también llamada entrenamientos visuales u ortóptica, su evolución histórica, las características personales que pueden afectar al éxito de esta terapia y los conceptos fundamentales que hay que tener en cuenta al aplicar cualquier programa de terapia visual. También se describirán los aspectos fundamentales a tener en cuenta para desarrollar con éxito un programa de terapia visual y cómo debe ser la atención que proporcionemos a los pacientes que requieran de este servicio profesional.
Por último, se describirán los procedimientos de evaluación y tratamiento de la ambliopía, el estrabismo, las disfunciones oculomotoras, las disfunciones de la acomodación ocular y las disfunciones binoculares, poniendo en cada capítulo el foco de atención en los ejercicios que podremos llevar a cabo en cada caso y en las modificaciones que podremos introducir para aumentar o reducir el nivel de dificultad de las tareas.
Se trata de una obra de consulta fundamental para todos los ópticos, optometristas, médicos o especialistas de la salud visual en general que desean conocer en qué consisten estas técnicas, su fundamento teórico y especialmente, sus posibilidades de aplicación a la práctica profesional.