La Importancia de los Movimientos Oculares en la Lectura

Por Estefanía Rodríguez-Bobada Lillo
Optometrista Clínica y alumna del Experto en Terapia Visual de SAERA

En la evaluación de la motilidad ocular participan los reflejos vestíbulo-oculares y optocinéticos, que tienen la función de estabilizar la imagen retiniana sobre el estímulo fijado. Se ocupan de compensar los movimientos de cabeza y del entorno visual (Gila, Villanueva & Cabeza, 2009). Gracias a la acción conjunta de estos reflejos se estabiliza el campo visual en las distintas situaciones de movimiento que pueden aparecer (Mezzalira et al., 2005).

 

 

Figura 1. Compensación de los movimientos de cabeza mediante movimientos vestibulares.

 

Tipos de movimientos oculares:

  •  
  • Movimientos sacádicos: son movimientos rápidos que realizan los ojos para cambiar rápidamente el punto de fijación. Este tipo de movimientos están involucrados principalmente en la lectura (Bilbao & Piñero, 2020).

 

         Pueden verse alterados por diferentes factores como:

      •  
      • El envejecimiento
      •  
      • El consumo de alcohol
      •  
      • La ingesta de ciertos medicamentos
      •  
      • Las alteraciones neurológicas
      •  
      • La falta de sueño
  •  
  • Movimientos de seguimiento: los movimientos de seguimiento son lentos y tienen como objetivo principal seguir los objetos en movimiento con la mirada (Gila et 2009). Si el objeto cambia de manera inesperada su dirección, el ojo haría una refijación. Estos movimientos pueden verse alterados por causas neurológicas (Bilbao & Piñero, 2020).

 

Figura 2. Movimientos oculares realizados durante la lectura por los ojos.

 

En la lectura influyen más factores además de los movimientos oculares, como el desarrollo del sistema visual y psicomotor, las vergencias y versiones y la fijación. Todo esto ligado estrechamente con la acomodación y la agudeza visual.

 

Al leer, los ojos efectúan movimientos sacádicos que se combinan con fijaciones, que consiguen que en los periodos cortos la imagen se estabilice. Los movimientos sacádicos que intervienen mayormente durante la lectura son cortos, aunque también se necesitan movimientos más largos, que son los que intervienen cuando el lector se dispone a leer un párrafo completo e irían desde el principio al final de la línea. Estos movimientos sacádicos tienen el nombre de barridos de retorno (Slattery & Vasilev, 2019).

 

Hay muchos estudios que tratan de demostrar que la valoración de la oculomotricidad puede ser de gran ayuda en la detección de distintas enfermedades como el Parkinson, la epilepsia, etc.

Figura 3. Diagnóstico diferencial de la disfunción de los movimientos sacádicos. (Mullor, 2016).

 

Además, los movimientos oculares se pueden medir de una manera fácil y eficaz. Al estar generados por diferentes vías del cerebro, cualquier patrón anormal puede estudiarse si está asociado a algún tipo de enfermedad. Es conveniente seguir estudiando este tema para llegar a conclusiones más claras (Willard & Lueck, 2014).

 

En la actualidad no existe un patrón de pruebas definidas para la evaluación oculomotora y tampoco un rango claro de parámetros normales, pero muchos estudios coinciden en que la prueba NSUCO es un examen que tiene los criterios de puntuación más estandarizados para valorar de manera subjetiva los movimientos oculares.

 

En esta prueba se tienen en cuenta varios factores como: la habilidad, la exactitud, los movimientos de cabeza que realiza el paciente y los movimientos corporales que efectúa durante el examen.

 

Estos factores se evalúan con una puntuación que va desde el 1 al 5, que sería el rendimiento más óptimo.

 

El test DEM o prueba del desarrollo del movimiento ocular es otra de las pruebas que más estudios validan para la evaluación de la motilidad ocular durante la lectura, en la que si el resultado calculado del tiempo de lectura horizontal fuera mayor se trataría de un problema oculomotor.

 

Se trata de una prueba para niños de 6 a 14 años, aunque también se puede encontrar la versión de la prueba DEM para personas adultas (Bilbao & Piñero, 2020).

 

Esta prueba se creó pensando que la causa principal de los problemas de lectura es la alteración de los movimientos oculares. Se usa en niños con problemas de lectura.

 

Algunos estudios afirman que es una forma rápida y fácil de detectar los déficits en los movimientos oculares y ver si está relacionado con los problemas de lectura. Sin embargo, otros estudios muestran que no existe relación entre los resultados del test DEM y las medidas de la motilidad ocular, pero sí están de acuerdo en que es un test de gran utilidad en niños con velocidad de lectura lenta. Los autores concluyen que la lectura entrena la capacidad de motilidad ocular (Medland, Walter &Woodhouse, 2010).

 

En cuanto a las alteraciones que se pueden encontrar, parece ser que si los valores de los movimientos sacádicos están comprometidos hay una relación estrecha con los valores de los movimientos de seguimiento y la fijación, relación que no se da con los valores acomodativos y binoculares.

 

Es posible que los problemas de oculomotricidad y los de aprendizaje tengan una estrecha relación. Hoffman demostró en sus estudios realizados que en los niños en los que se encontró una alteración en la motilidad ocular también sufrían problemas en el aprendizaje (Álvarez, Martínez & Oviedo, 2004).

 

Cuando hay una disfunción de los sacádicos se pueden encontrar los siguientes problemas:

  •  
  • Movimientos de cabeza excesivos.
  •  
  • Saltos de línea al leer.
  •  
  • Comprensión inexistente o muy deteriorada de lo que están leyendo.
  •  
  • Lectura lenta o muy lente.
  •  
  • Imposibilidad de copiar en clase la escritura de la pizarra.

 

Por otra parte, cuando la alteración es en el seguimiento se encuentra lo siguiente:

  •  
  • La lectura es muy difícil para el paciente.
  •  
  • Movimientos de cabeza excesivos.
  •  
  • Nota que los deportes no se le dan demasiado bien.

 

Otro factor importante en la lectura son las habilidades direccionales, es decir, que el niño sepa dónde se sitúan otras personas u objetos respecto a su propia posición, ya que si estas habilidades están alteradas puede verse afectada la velocidad de lectura y el niño además puede hacer inversiones en algunas letras y números, aunque también es posible que este tipo de fallos estén relacionados con un mal control de los movimientos oculares que esté generando una fijación adelantada.

 

En la lectura están implicados varios factores tanto psíquicos como físicos:

  •  
  • Atención
  •  
  • Memoria
  •  
  • Coordinación
  •  
  • Concentración

 

Y un largo etcétera, por lo que consiste en un proceso visual y otro mental que permite interpretar y comprender lo que se lee (Álvarez et al., 2004).


Figura 4. Áreas cerebrales implicadas en la lectura.

 

En resumen…

 

Todos los estudios concluyen que, aunque no sean los únicos factores implicados, el control y la habilidad de los movimientos oculares es indispensable para una lectura eficaz. La lectura es una actividad multidimensional en la que, como hemos visto, intervienen una gran cantidad de factores que tienen que estar presentes para que se realice de manera efectiva.

 

En los estudios se ha concluido que las alteraciones en el comportamiento oculomotor pueden, en gran medida, crear dificultades en la lectura y en el proceso visual de ésta. Sin embargo, en un futuro debería seguir estudiándose a fondo está hipótesis para comprobarla con más efectividad. Además, es conveniente llegar a una unanimidad en los parámetros que  se consideran normales, la interpretación de las pruebas y qué pruebas serían las más útiles, convenientes, con resultados más rápidos y precisos para evaluar las alteraciones oculomotoras y su implicación en la lectura.

 Álvarez Díaz, S. B., Gómez García, A., Jiménez Garofano, C., & Martínez Jiménez M. P. (2004). Bases  optométricas para una lectura eficaz. Centro Optometría Internacional.

Bilbao, C., & Piñero, D. (2020). Clinical characterization of oculomotricity in children with and without Specific Learning Disorders. Brain Sciences, 10(11), 1–11. doi: 10.3390/brainsci10110836.

Gila, L., Villanueva, A., & Cabeza, R. (2009). Fisiopatología y técnicas de registro de los movimientos oculares. Anales del Sistema Sanitario de Navarra, 32(Suppl 3), 9–26. doi: 10.4321/s1137-66272009000600002.

Medland, C., Walter, H., & Woodhouse, J. M. (2010). Eye movements and poor reading: does the Developmental Eye Movement test measure cause or effect?. Ophthalmic & physiological optics: the journal of the British College of Ophthalmic Opticians (Optometrists), 30(6), 740–747. https://doi.org/10.1111/j.1475-1313.2010.00779.x

Mezzalira, R., Neves, L. C., Maudonnet, O. A., Bilécki, M. M., & Avila, F. G. (2005). Oculomotricity in childhood: is the normal range the same as in adults?. Brazilian journal of otorhinolaryngology, 71(5), 680–685. https://doi.org/10.1016/s1808-8694(15)31274-x

Slattery, T. J., & Vasilev, M. R. (2019). An eye-movement exploration into return-sweep targeting during reading. Attention, perception & psychophysics, 81(5), 1197–1203. https://doi.org/10.3758/s13414-019-01742-3

Willard, A., & Lueck, C. J. (2014). Ocular motor disorders. Current opinion in neurology, 27(1), 75–82. https://doi.org/10.1097/WCO.0000000000000054

 

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